Es la expresión de todo lo que se mueve en el Universo, por lo tanto es la energía cósmica en movimiento.
La espiral es la forma más esquemática de la evolución del Universo.
En el sistema jeroglífico egipcio, este signo, que corresponde a la letra vau hebrea, designa las formas cósmicas en movimiento, que equivale a la relación entre la unidad y la multiplicidad.
Templo de Seti I en Abidos.
Se relacionan con la espiral las serpiente y los lazos. Es un signo macrocósmico.
Por su sentido de movimiento y desarrollo progresivo es el atributo del poder que se haya en el cetro del faraón egipcio.
Ya las antiguas tradiciones distinguían entre la espiral creadora, que se representaba dextrógira (hacia la derecha), y la destructora o torbellino, que se representaba levógira (hacia la izquierda).
Hasta se consideró una figura destinada a provocar el éxtasis con su mera contemplación como si se tratara de una sotisficado y potente mandala, capaz de alterar el estado de conciencia ordinario.
Parece que en muchos lugares representaba el ciclo "nacimiento-muerte-renacimiento", así como al sol, que se creía seguía ese mismo ciclo, naciendo cada mañana, muriendo cada noche y renaciendo a la mañana siguiente.
Es imposible datar las primeras espirales grabadas en piedra.
Las vemos en los mounds norteamericanos, en la selva amazónica y en varias zonas de Colombia y Perú.
En algunas ocasiones se encuentran dos espirales unidas, llamada espiral celta o sistral, como si se trataran de un 8 que a su vez es otro símbolo universal: el infinito en las Matemáticas y el yin y el yang de los taoístas.
Es un continuo cambio evolutivo que representa la vida eterna.