Elefante

Fragmento nº 4, páginas 9 y 10. 
Los egipcios tenían una idea imperfecta de los premios y castigos reservados a la otra vida. Suponían que las almas después de la muerte debían ser conducidas a la eternidad por un barquero, el cual exigía por este trabajo una moneda, y los que no la llevaban estaban condenados a divagar como sombras entre los vivientes. 

Para evitarlo tenían gran cuidado de poner en la boca de los difuntos un óbolo, y esto seguramente dio objeto para la fábula de Caronte y la Laguna Estigia.
Este fragmento nos da una idea del modo ingenioso con que los egipcios sabían expresar de la posteridad sus pensamientos.
La cabeza de elefante que lleva este nuevo Caronte es el emblema de la eternidad. 
Así era demostrado por los antiguos, porque el elefante es el animal terrestre de más longevidad.
Además lleva en la mano la serpiente mordiéndose la cola, que constantemente simboliza la propia.
El búho, murciélago, y estrellas, manifiestan la noche que sigue a la muerte, y que con su denso velo cubre a los ojos de los mortales los hechos subsiguientes a ella.
Está así mismo orillada por la cenefa de hierogramatas.