Las cuatro antorchas

Las cuatro antorchas de glorificación. 
Ritos funerarios egipcios. (1) 
Con el rito de las antorchas, del que se ocupa el capítulo 137A del Libro de los Muertos, no se buscaba que la vida retornara al cadáver, algo que ya se había conseguido previamente, sino que se pretendía que el calor vital y la luz de la divinidad afluyesen al difunto. 
El rito se llevaba a cabo en el interior de la cámara funeraria, tras la Apertura de la Boca, durante la noche. 
En el texto, además del propio ritual, se habla de los diversos amuletos que se tenían que colocar en puntos muy determinados de la cámara, que habrían de facilitar el éxito de la petición de atraer el calor y la luz del Dios. 
Estos amuletos debían ser, en concreto: un Djed (de loza fina), una figura de Anubis, una mecha impregnada de aceite sefet y una figurilla humana en madera. 
En una primera aproximación, llama la atención que, en general, los conjuros mágicos del Libro de los Muertos, están pensados para que sean recitados por el propio difunto, sin embargo, en el ritual de las antorchas la fórmula que se debe recitar cuando estas se van a encender la deben leer otras personas, en este caso aquellos que habrán de portarlas. 
El texto de ese conjuro (capítulo 137B del Libro de los Muertos): "Fórmula para encender la antorcha. (A recitarla) para N. (Que se diga): Aparece el ojo centelleante de Horus, llega el ojo luminoso de Horus. Llega pacíficamente y resplandeciendo como (lo hace) Ra en el horizonte. (El ojo) destruye los poderes de Seth ante quien los haya hecho manifestar, es él quien lo había robado, y (por ello) es Iun-mutef. 
En el Libro de los Muertos se indica expresamente que la fórmula de las Antorchas se transmitió tal y como fue encontrada por el príncipe Djedefhor en un cofre secreto, en el templo de Unut, diosa de Hermópolis, cuando estaba realizando un viaje de inspección por los templos, ciudades, campos y colinas de los dioses. 
Las fórmulas comenzaban a recitarse una vez que el difunto había sido depositado en la cámara funeraria, prolongándose los ritos a lo largo de la noche, hasta la llegada del nuevo amanecer.