El maui egipcio que es uno de los antepasados más directos del gato doméstico actual, tiene su nombre porque es el sonido que hacía el gato al "hablar".
Bastet era una doble divinidad solar porque vivía de día, y lunar porque cazaba de noche.
Era tal el respeto que los egipcios tenían a sus gatos que un militar persa tomó una ciudad egipcia, escudando a su ejército con gatos. Ante el temor de lastimar a los gatos, los egipcios no los atacaron.
En el cementerio de Beni-Hasan en Egipto, fueron descubiertas cerca de 300.000 momias de gatos.
Desgraciadamente en esa época fueron llevadas a Inglaterra para ser usadas como abono.
La pena en Egipto por matar a un gato era la muerte.
Los antiguos egipcios se pintaban los ojos alargados para imitar los ojos de los gatos, a quienes aparte de adorarlos se les consideraba el símbolo máximo de belleza y gracia.
La diosa leona Sekhmet aparece citada en el Libro de los Muertos en una cita que dice: Yo soy el gran gato que inaguró el árbol de Meshead en Helioplois (ciudad del Sol), en la noche en la que fueron muertos los enemigos del dueño del Universo.
Ella era la protectora de la divinidad solar máxima, el Dios Ra.
No sólo hubo momias, también sarcófagos reales como los de Osiris Tamiat, gato del principe Tutmosis, el cual estaba hecho en piedra caliza y los velos de la momia con diamantes y gemas.
Uno de los casos más llamativos y curiosos es el de la gatita Myt, mascota del príncipe Tutmosis, hijo de Amenofis III (pero que no llegó a reinar, y en su lugar reinó Amenofis IV), quien hizo preparar para su mascota un sarcófago de piedra que fue enterrado en la necrópolis de Menfis. (En la actualidad se conserva en el Museo de El Cairo).
En el sarcófago se puede ver como la gatita se convierte en un Osiris.
Este sarcófago contenía incluso los Ushebtis (figurillas mágicas destinadas a sustituir al difunto en las tareas del otro mundo), aunque con cabeza de gato.
En el cementerio de Beni-Hasan en Egipto, fueron descubiertas cerca de 300.000 momias de gatos.
Desgraciadamente en esa época fueron llevadas a Inglaterra para ser usadas como abono.
La pena en Egipto por matar a un gato era la muerte.
Los antiguos egipcios se pintaban los ojos alargados para imitar los ojos de los gatos, a quienes aparte de adorarlos se les consideraba el símbolo máximo de belleza y gracia.
La diosa leona Sekhmet aparece citada en el Libro de los Muertos en una cita que dice: Yo soy el gran gato que inaguró el árbol de Meshead en Helioplois (ciudad del Sol), en la noche en la que fueron muertos los enemigos del dueño del Universo.
Ella era la protectora de la divinidad solar máxima, el Dios Ra.
No sólo hubo momias, también sarcófagos reales como los de Osiris Tamiat, gato del principe Tutmosis, el cual estaba hecho en piedra caliza y los velos de la momia con diamantes y gemas.
Uno de los casos más llamativos y curiosos es el de la gatita Myt, mascota del príncipe Tutmosis, hijo de Amenofis III (pero que no llegó a reinar, y en su lugar reinó Amenofis IV), quien hizo preparar para su mascota un sarcófago de piedra que fue enterrado en la necrópolis de Menfis. (En la actualidad se conserva en el Museo de El Cairo).
En el sarcófago se puede ver como la gatita se convierte en un Osiris.
Este sarcófago contenía incluso los Ushebtis (figurillas mágicas destinadas a sustituir al difunto en las tareas del otro mundo), aunque con cabeza de gato.